viernes, 26 de septiembre de 2014

Recuperando el hábito

Hoy me he vuelto a sentar. No puedo precisar cuando dejé de hacerlo... Creo que sigo esperando cosas, cambios visibles, y el que no sucedan acaba haciéndome desistir. No hubo un gran cambio, simplemente, dejé de sentarme. En tres semanas iré de nuevo a Luz Serena, será la primera vez que voy practicando, aunque sean unas semanas.
Estoy impaciente.
Gracias Maestro Dokushô

martes, 28 de enero de 2014

Una semana sin sentarme... Hoy, mucho "ruido"

La semana pasada comenzó muy dura y no me apetecía nada sentarme... me despertaba a la hora, y al llegar ante el zafu, me tumbaba en el sofá, totalmente bloqueado, no sé por qué. Decidí no levantarme antes y no me he sentado en toda la semana.
Hoy me he vuelto a sentar y eso, mucho ruido, muy disperso...

viernes, 10 de enero de 2014

Cada zazen es único: la impermanencia del YO

Llevo más de una década sentándome (muy de vez en cuando al principio, lo admito).
En estos últimos meses que me siento casi a diario, he podido constatar que cada zazen es único he irrepetible. Esto puede parecer desalentador porque aún no he llegado a una estabilidad, pero reflexionando, se convierte en la constatación de que no poseemos un yo permanente, de la fluidez de la conciencia y la mente en el devenir de los días, en otro poderoso argumento para seguir haciendo zazen.

Percibiendo mi subconsciente

He pasado casi 20 días sin hacer zazen y se nota. Varios días muy flojos me han llevado a constatar mi miedo a que esto no vaya a funcionar, y ese miedo me ha puesto en contacto con un dolor antiguo, el miedo al fracaso, el miedo a estar de nuevo en el mal camino. Las cuatro nobles verdades rebotan en mi mente:
Sí, yo que me digo tan feliz, siento un pánico atroz al fracaso, y ese pánico es mi dolor.


Hoy, bastante tranquilo pero reforzado en mi determinación, respiro sin largos pensamientos en mi cabeza y podía percibir algo inquietante, en cuanto mis ojos desenfocan la realidad exterior, es como un mundo de figuritas que pueblan mi interior, como sueños imperceptibles de un mundo interior que me maneja y del que no puedo recordar nada en cuanto me hago consciente de su existencia. Estoy acercándome a mi subconsciente... a ver qué sale de él.

viernes, 13 de diciembre de 2013

El color es verde.


Me siento, como un hueso de aceituna entre basura, pero no me pudro.
Detrás de lo civilizado, florezco, despedazando lento las rocas, las anclas, los exactos e invisibles fulcros.
La aurora solar me abre a tu canción: aprendo de la hierba.
Más allá del baile del dolor, uno perdura, solo uno. Todo es buda.

Lanzo mis cimientos bajo tu piel de hojarasca y acepto lecciones de roble y acantilado, de glaciar y orígenes.

Cuando aprendo a escuchar, mi corazón cristaliza en esmeralda, transformado por un pulso geológico imperturbable, un sueño inquebrantable.


Respiro, permanentemente respiro.



Siete mil millones de pulmones aceptan el tributo de la jungla, como cada parte de mi. Cada hoja respira, cada átomo de mi lozanía cumple con su oficio.
Los arroyos murmuran su milenario secreto y la madera vieja alimenta la sombra del árbol joven.
Las piedras abrazan el musgo, tranquilizándolo de su estrepitosa velocidad, y mi ser acepta esa normalidad de no tener cabeza.
Entonces me inunda una fragancia inmensa; el bosque entero anida ahora en mi y no pesa. Al contrario que cientos de posesiones, de verdades y doctrinas, las montañas y los océanos no pesan nada.


Unos minutos después, balanceo mi cuerpo y me levanto, abandonando la posición de zazen para volver al  decrépito mundo de la "humanidad"

Román Emiliano Martínez García


El cangrejo ermitaño

He entrado en el tronco del árbol otra vez, pero ha sido más fugaz; al conocer la sensación, me he anticipado; debo ser más ecuánime.
Recuerdo que durante años sonó por mi cabeza una frase de una Kussen de Dokusô; <<hacer zazen es entrar en el ataud>> era aterradora. Por fin ayer lo comprendí al vivenciar eso mismo, solo que lo he experimentado como ese tronco de madera, como el cascarón del que habla el poema de Eiichi Enomoto, "El cangrejo ermitaño":

 Este caparazón no lo he hecho yo,
lo tomé prestado del cielo y de la tierra
y vivo con él día tras día.

Extraído del libro  "Semillas Zen" 
de Shundo Aoyama
Miraguano Ediciones 

Sentir así el cuerpo, como algo que puedes dejar inactivo, inservible, mientras tu conciencia lo observa, ha sí que ha sido aleccionador.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Segundo contacto.

En el dojo zen de valencia, una sesión de 40 minutos. Dispersión y somnolencia, hasta que me doy cuenta que estoy peleando conmigo mismo y me dejo llevar. Casi al final de la sesión, me he convertido en el tronco de un árbol: notaba todo mi cuerpo con precisión, las manos en posición correcta, la espalda y las piernas bien apoyadas, la respiración totalmente en automático y yo atento a todo esto, sin apenas nada en la cabeza. Mis pulmones se hinchaban y deshinchaban dentro de un tronco de madera inmóvil. Mi corazón latía claramente en mi pecho, pero mi cuerpo era de madera, viendo claramente las palabras del maestro: hacer zazen es entrar en el ataud.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Cambios en mi respiración

Llevo una semana rindiendo al 110%;
un día me levanté a las 6 de la mañana (siempre me despierto sobre esa hora, intento dormirme, y cuando suena el despertador a las 7 estoy más cansado que a las 6), salí a correr, hice mi zazen, preparé las comidas, hice la casa... Estoy mucho más tranquilo y atento con mis hijos y con mi compañera... vamos, lo que se dice una bestia.

Hoy he tomado conciencia de que mi respiración se ha hecho mucho más profunda y abdominal. Incluso me cuesta realizar lo que antes era mi respiración habitual, más pectoral y ligera... Increíble. No me cabe duda de que ambas cuestiones están estrechamente relacionadas.
Gracias al zen, cada día estoy más cerca de convertirme en el tipo de persona que necesito ser ahora.

viernes, 29 de noviembre de 2013

A mis pies, al fin, el buey: la mente tranquila, presencia total.

Después de unos días malos de dispersión, tras semanas enteras de retroceso, llenas de esos días en los que te planteas que esto no sirve de nada, gracias a mi fuerte convicción (desarrollada durante el retiro del ango de otoño) he seguido practicando.
Hoy a sucedido algo nuevo: me he sentado con una firme determinación de contar respiraciones sin manipularlas. Aclaro que me he despistado mucho con el descubrimiento de mi diafragma y de mi corazón latiendo (caminos equivocados) y lo narrado en las anteriores entradas; me pareció interesante, pero no avancé nada por ahí.

Enumero:

  1. Realizo la respiración con el menor grado posible de manipulación; en concreto, mi respiración es muy ligera y pectoral, en rápida sucesión (no sé cómo pude olvidar la larga cuenta que realicé en Luz Serena cuando descubrí esto)
  2. Cuento respiraciones con la técnica de 5 respiraciones hacen un ramillete; 5 ramilletes hacen un ramo y vuelta a empezar. Llevo la cuenta visualizando un punto verde pequeño por cada ramillete y un punto rojo grande por cada ramo.
  3. Al concluir el primer ciclo completo, a mitad del segundo ciclo, me cuesta visualizar los puntos verdes y rojos, pues mi mente está muy focalizada en la sensación visual, mientras suavemente, observo mi respiración.
  4. En algún momento, me doy cuenta que no necesito contar respiraciones: mi consciencia mantiene una "presencia" constante, sin necesidad de re-encauzarla hacia la respiración... mi mente no genera constantemente (como es habitual en mí) la charla del pescado, como yo la llamo; esos pensamientos que como un torrente embrutecen la presencia en el presente...
  5. Me mantengo así por espacio de los últimos cinco minutos. 



Estoy contento, en el buen camino hacia la iluminación.

viernes, 8 de noviembre de 2013

Trabajando samu, concienciandome de que el día a día es tan importante como zazen.

Después de unos días de sensible retroceso (por desconexión de la vía en lo diario) Vuelvo a tener buenas sensaciones: ayer leí un par de entradas del maravillosos "Vida sencilla, corazón profundo" del maestro Dokusô Villalba, me he sentido más sensible, menos nervioso todo el tiempo, y el zazen por supuesto, ha mejorado. También he reflexionado sobre cuanto he avanzado desde los comienzos, que ahora parece nada, pero ya no me muevo en cuanto me duelen las piernas, ni abandono zazen cuando me siento muy disperso: simplemente sigo... sigo... sigo... sé que la luz me espera.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Días malos...

Estuve todo el puente fuera y no me senté ni un minuto. Llevo tres días nefastos. No soy capaz ni de realizar 6 respiraciones y mantener la atención.
Pero aquí sigo, y seguiré: este es mi camino, juego con ventaja, no puedo rendirme.

martes, 29 de octubre de 2013

Mi nervioso diafragma revela su secreto

Resulta que lo que yo creía que eran nervios golpeando mi indeciso y desobediente diafragma se ha revelado como mi corazón... literalmente. Lo que parecía una serpiente con la cabeza en un cepo eran los latidos de mi corazón al pulsar de manera diferente de mi ritmo respiratorio. He acompasado mis respiraciones a mi pulso; dos pulsaciones para inspirar, dos para espirar...
Sorprendentemente, al poco rato comienzo a escuchar el tic-tac del reloj (al que nunca, en más de seis meses había prestado la menor atención) que está perfectamente sincronizado con mis pulsaciones en reposo... ¿Casualidad? Sincretismos misteriosos...

jueves, 24 de octubre de 2013

La distancia entre la dispersión y la realidad...

Hoy he sentido la manera en la que mi consciencia "sale" de mi mente y retoma el contacto con los ojos, con el sentido de la vista. Es como si hubiera una distancia física que recorrer a través de un pequeño embudo.
Sucede algo así:
la imagen-pensamiento que te ha desviado de la respiración flota casi imperceptible ante tu consciencia, cuando  te das cuenta de que has perdido el contacto con las respiración y la realidad inmediata, ese momento se desvanece y tu consciencia "se mueve" como si atravesara realmente el nervio óptico.
Flipante.


jueves, 17 de octubre de 2013

Relajando el diafragma

La atención en la musculatura abdominal centra toda la sesión. Apenas mi atención se disipa noto el diafragma moverse como una serpiente con la cabeza atrapada en un cepo. Al relajarlo, vuelven las respiraciones naturales y un poco más profundas. He estado bastante concentrado gracias al encuentro con mi diafragma... sorprendente que se haya producido tras 37 años de compartir casa.

Acudo a una clase de yoga: bastante suave, dispersa, inexacta. Volveré a ver si avanzo en flexibilidad; objetivo: medio loto.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Descubro la musculación de mi diafragma

Una de las muuuchas veces que centro de nuevo mi atención en la respiración detecto una vibración bajo los pulmones, una oscilación nerviosa que no coincide con el movimiento (mucho mas regular y tranquilo) de mis pulmones. Al observarlo con detenimiento, el movimiento nervioso persiste hasta que identifico con exactitud donde, cuando y como se produce; en ese momento se acompasa con mis pulmones y realizo una serie de respiraciones más profundas de lo habitual de un modo natural.
Una zazen productiva.

sábado, 12 de octubre de 2013

Recuerdos de las teisho

La ausencia del maestro Dokushô me pone un poco triste. Por suerte, Miguel Angel, encargado de suplir al maestro me demuestra que el que está ahí, está ahí, y que todos somos Buda.
Una de las preguntas de un asistente sobre política me hace reflexionar y entender plenamente sobre que el zen no es solo para mi mejora espiritual, es la única vía sin error para sanar a este mundo tan pervertido en lo más profundo de sus valores.
El zen como acción política es lo que me faltaba para centrarme.

Ya roto el silencio, la charla me aleja rápidamente de ese calorcito que se ha ido acumulando en mi pecho. Decido alejarme de todos y ponerme en un banco al sol... quiero que su calor endurezca este barro fresco que ahora soy, para que esta forma recién adquirida, tan placentera y segura, dure siempre... sé que no será así. Pronto el ajetreo del mundo y su peso bajará esa bola de felicidad que anida entre mis pulmones y la volverá a colocar en mi estómago.
Prometo firmemente hacer zazen todos los días de mi vida hasta estabilizar esa energía que brota del corazón, del océano de la Luz Serena.

viernes, 11 de octubre de 2013

Mi 1ª vez en cuarto de loto; descubro mi manera natural de respirar

Tras una larga sesión de estiramiento y la dokushân con Miguel Angel, decido abandonar la inestable posición birmana y sentarme en cuarto de loto; total, doler duele igual... sorprendente:
después de decenas de horas de zazen realizando respiraciones profundas desde el estómago, tras comprender que eso es lo que me saca de la concentración, pues presto más atención a realizaras profundas que el mero y simple hecho de respirar, una de las veces que vuelvo de algún pensamiento improductivo, me descubro respirando de una forma pectoral muy superficial... Esa es exactamente mi manera de respirar y no otra. Realizo una de las cuentas de respiraciones más largas que recuerdo sin la menor tensión observando una respiración de pajarito, que es la mía.
Recuerdo las palabras de Dokushô: "No puedes controlar lo que no conoces"
Una magnífica zazen.

jueves, 10 de octubre de 2013

Sesshin de introducción en Luz Serena. Otoño.

Mi impaciencia es casi infantil mientras toma las últimas curvas que me acercan al templo. Hace siete años que estuve aquí por última vez.

Durante el círculo de corazones, gracias a las palabras de Alfonso Lopez Balmaseda, que dice estar buscando su camino espiritual entre varias opciones, me doy cuenta de lo afortunado que soy ya que siempre he sabido que es el budismo en general, y el zen en particular la única vía a la que no le encuentro ningún reproche.
La verdad es que juego con ventaja, como me gusta decir... Mi epifanía, o acceso accidental a un estado de conciencia alterado muy similar a la iluminación que describe el budismo siempre me ha acompañado.
Por desgracia esto también me recuerda lo torpe y perezoso que soy, por no haber seguido esta vía con mayor energía.