viernes, 29 de noviembre de 2013

A mis pies, al fin, el buey: la mente tranquila, presencia total.

Después de unos días malos de dispersión, tras semanas enteras de retroceso, llenas de esos días en los que te planteas que esto no sirve de nada, gracias a mi fuerte convicción (desarrollada durante el retiro del ango de otoño) he seguido practicando.
Hoy a sucedido algo nuevo: me he sentado con una firme determinación de contar respiraciones sin manipularlas. Aclaro que me he despistado mucho con el descubrimiento de mi diafragma y de mi corazón latiendo (caminos equivocados) y lo narrado en las anteriores entradas; me pareció interesante, pero no avancé nada por ahí.

Enumero:

  1. Realizo la respiración con el menor grado posible de manipulación; en concreto, mi respiración es muy ligera y pectoral, en rápida sucesión (no sé cómo pude olvidar la larga cuenta que realicé en Luz Serena cuando descubrí esto)
  2. Cuento respiraciones con la técnica de 5 respiraciones hacen un ramillete; 5 ramilletes hacen un ramo y vuelta a empezar. Llevo la cuenta visualizando un punto verde pequeño por cada ramillete y un punto rojo grande por cada ramo.
  3. Al concluir el primer ciclo completo, a mitad del segundo ciclo, me cuesta visualizar los puntos verdes y rojos, pues mi mente está muy focalizada en la sensación visual, mientras suavemente, observo mi respiración.
  4. En algún momento, me doy cuenta que no necesito contar respiraciones: mi consciencia mantiene una "presencia" constante, sin necesidad de re-encauzarla hacia la respiración... mi mente no genera constantemente (como es habitual en mí) la charla del pescado, como yo la llamo; esos pensamientos que como un torrente embrutecen la presencia en el presente...
  5. Me mantengo así por espacio de los últimos cinco minutos. 



Estoy contento, en el buen camino hacia la iluminación.

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