viernes, 13 de diciembre de 2013

El cangrejo ermitaño

He entrado en el tronco del árbol otra vez, pero ha sido más fugaz; al conocer la sensación, me he anticipado; debo ser más ecuánime.
Recuerdo que durante años sonó por mi cabeza una frase de una Kussen de Dokusô; <<hacer zazen es entrar en el ataud>> era aterradora. Por fin ayer lo comprendí al vivenciar eso mismo, solo que lo he experimentado como ese tronco de madera, como el cascarón del que habla el poema de Eiichi Enomoto, "El cangrejo ermitaño":

 Este caparazón no lo he hecho yo,
lo tomé prestado del cielo y de la tierra
y vivo con él día tras día.

Extraído del libro  "Semillas Zen" 
de Shundo Aoyama
Miraguano Ediciones 

Sentir así el cuerpo, como algo que puedes dejar inactivo, inservible, mientras tu conciencia lo observa, ha sí que ha sido aleccionador.

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